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sábado, 3 de junio de 2017

De sinergia y otras palabras...

De sinergia y otras palabras... 

1

Un gañido de gaviota sorprende la noche húmeda donde apartamentos en banda playa, un faro y una playa con su breve acantilado, difuminan sus sueños de invierno en este pueblo gaditano.
Alma es una niña morena de ojos almendrados, tan dulces como un helado de pastel, y con tantas estrellas que te quedarías hipnotizada intentando atraparlas todas, mi pequeña pirata de acordes. Sus manos se muestran, para quien sabe fijarse en los detalles, a menudo inquietas, deambulando en un eterno forcejeo con sus latidos. Su afición preferida es corretear la playa descalza y locuela como una gaviota más… Eleva sus alas hasta fundirse en esa mezcla de magentas, añiles y azul con que le encanta jugar con sus pinceles y acuarelas.
He de contarte, mi ratona de latidos, que nuestra pequeña Alma, aún a la edad de siete años, no puede hablar. Los médicos no han encontrado ningún problema que pueda explicar la falta de lenguaje articulado. Los padres, desanimados, emplean su discapacidad como arma arrojadiza con que hacer daño al otro; incluso para ningunearla o apartarla de su lado como bicho raro. No podría explicarte por qué no se toma en cuenta un signo tan evidente como el azoramiento de sus manos, pero a veces los médicos son así.
Al anochecer, los gritos de papá y mamá serenados hace rato, Alma vuela a su playa, alza las alas sobre su cielo, sobre el trazado de casas blancas y calles tan propias de Andalucía occidental, sobre el mercado, sobre el mar, sobre cada una de las playas hasta llegar a la playa donde se percibe la belleza del santuario de Nuestra Señora de Regla rindiendo al fin el freno a sus emociones. Sus latidos se enredan a los colores de las acuarelas para dar forma a los albatros, barcazas, marineros, a las estrellas, al rumor brumoso de luz del faro que barre agua, noche, botes, boyas con la serena placidez de la orilla que se adormece pensativa en sus ojos. Ojos grandes, corazón grande, acostumbra a pensar Alma.

2

De la escuela infantil, nuestra pequeña Alma pasa a la escuela primaria. Del colegio infantil de Pepita Pérez al colegio concertado de primaria, Divina Pastora. La palabra sigue siendo ese dique seco que la frena, que la impide. Alma crece con el cielo en sus ojos, pero con lágrimas constantes que una y otra vez emborronan sus pinturas. No acierta a comprender la violencia de sus padres. Las palabras odioculpanadie, etc. les arrebatan el poco amor que les queda en las manos, en las miradas otrora dulces y cálidas. Las constantes críticas, incluso, a su poquedad verbal.
Sólo queda el refugio de sus pinturas, cuando la noche llega, cuando el trémulo rielar del edredón de las estrellas se extiende en este humilde pueblecito de pescadores; en la humilde habitación de Alma donde sus pinturas abren ventanas por donde dar rienda suelta a sus latidos, a sus sueños, a su capacidad de amar.
Los maestros observan como una niña con problemas en el habla no manifiesta ningún problema a la hora de reconocer los conceptos, de expresarlos por escrito… En el colegio de la Divina Pastora, mi ardilla de emociones y saltos en los latidos, Alma, ya con nueve años, olvida su nerviosismo y, hambrienta de conocer, busca en los trazos de las palabras escritas, al igual que hace con sus pinceles y acuarelas, las huellas de la sabiduría. Sueña que las palabras son una parte de su corazón que la guían para conocer las cosas… Las sigue entusiasmada en sus cuadernos, en la pizarra de la maestra de este año, en las clases de lenguaje, en los vuelos hacia el cielo de Chipiona, enredado su cabello de latidos por la suave caricia de la bruma.
Los compañeros del colegio le guardan un gran respeto. Les admira su ternura. Sus ojos abiertos y amplios. Sus manos atentas y despiertas ante los apuntes. Donde los demás niños encuentran aburrimiento, el significado de cada palabra hace a Alma avanzar un pasito en su mapa secreto del tesoro que parece guiarla entre calles, apartamentos, lluvias, marejadas y lluvias torrenciales.

3

Al anochecer, cuando las voces de papá y mamá se vuelven enervados cuchillos voladores; cuando cada sombra, en su pequeño cuarto, esconde trémulas grutas de soledad y dolor, Alma pierde el contacto con sus palabras, con sus pinturas, con su pequeña y sensible alma, mi querida guardiana de acordes.
Tiempo después, descolgándose por el tejado y por los grandes ventanales la sonrisa cálida de la noche, las palabras le laten, le encienden los leños apagados por las voces de sus padres. Armonía, con su ejército de ángeles, deslíe entre sus pinceles buscando el equilibrio de las cosas…; Complicidad, con su aroma fresco de azucenas y de hierbabuena, se muestra en los hoyuelos de los niños con quienes comparte risas y juegos en la orilla. Había, eso sí, ayayay, las mujeres, una que realmente la tenía hechizada: sinergia. Por más que busca en su alma, por más que busca en sus pinceles, por más que busca en las palabras que le laten por dentro, es una palabra que la hechiza pero que siempre se le escapa… Cuando el sueño al fin la acuna se arropa con la cadencia y con la dulzura de estos acordes… Las palabras la elevan entre los tejados de aquel pueblo marinero, oteando cigüeñas y campanarios, casas cálidamente adormecidas al runrún del salitre y del mar en banda playa… El rumor de un albatros que eleva poesía y azul al cielo.
Le encanta sentir la brisa, lluvia de intimidad con que abraza el mar por la noche; le encanta acercarse a albatros y gaviotas dormidas; le encanta retozarse en el trémulo sueño de arboledaspinedas, alerces, encinares y palmeras. Cuando regresa a casa, con todo el vaivén de emociones y sueños prendidos a sus pies, ojos, manos, mejillas, descansa plácida hasta el ramonear del sol a primeras horas de la mañana, con unas inquietas lágrimas que la almohada dulcifica con mimo, ay mi pequeña.

4

Una noche, la lluvia desatada en este menudo pueblo de Chipiona atando con sus dedos de agua barcazas y a los osados transeúntes emborronados en el paseo nocturno, la violencia verbal con que se cenan sus padres pasa a la violencia física… Con heridas a flor de piel, jadeando, ni siquiera la llegada del silencio curativo de otras noches la consigue calmar… No puede comprender… No puede hallar la razón por que sus padres la odien tanto, se odien tanto a sí mismos… El latido agridulce de otra palabra que la acompaña sin ser consciente desde pequeña es su compañera esa noche, culpabilidad.
Alma se cierra a sus estrellas, a las pinturas que su alma abre y a las palabras que le laten. Las lágrimas de Alma son constantes en clase y sus manos se niegan a pintar, a escribir o buscar palabras. Las notas bajan. La maestra, que se llama Paqui y que ha asistido al rápido desarrollo conceptual de aquella muchacha, decide intervenir. Se arma de valor y, encaminando sus pasos por la playa de Camarón, acude a casa de sus padres para hablar con ellos. Supongo, mi pequeña ratona, que imaginarás la respuesta. Que ellos trabajan muy duro; que es muy duro criar a una hija muda que no quiere cooperar…; que Paqui no es quien para decirles nada y, por consiguiente, que se ocupe de su trabajo, etc.
Paqui, intuyendo de antemano la respuesta de los padres, ya lleva ensayada una idea. Como el rendimiento de Alma ha bajado tan ostensiblemente, ella misma se compromete a darle clases de refuerzo. Puedes imaginarte la actitud de los padres, que no tienen dinero, que qué pretende sacar de esas clases, que esa chica cada vez está más encerrada en sí misma y no se puede sacar nada de ella, que si le ocurre algo le exigirán responsabilidades… Nada de esto echa para atrás a la maestra que también se espera este tipo de respuesta… No han de preocuparse por el dinero, ella se las dará gratis. La chica, por supuesto, queda bajo su responsabilidad. Ella responderá si le ocurre algo, la puerta se cierra tras su falda arrebolada por el pícaro poniente.
Al llegar a su casa, respirando el poniente a su derecha hasta llegar al pueblo de Sanlúcar donde se hospeda, las últimas hebras de luz descansando sobre almendros, olivos y vides, Paqui respira hondamente. Su alma palpita afanosamente mientras asciende la cuestecita que conduce hasta la Parroquia de la O, donde enfrente se encuentra su vivienda. Realmente hay trabajo que hacer.
Las gaviotas, frente al hogar de Alma, elevan sus gañidos sobre la plaza de la ermita de Regla. El sol se recuesta rojo y mar por occidente, ante la presencia protectora del faro y las aisladas barcazas allí retenidas…

5

Revoloteo de palabras enredan de estrellas luminosas ilustraciones, libros de aventuras, tebeos, cartulinas realizadas por los niños en la biblioteca infantil de Chipiona, emplazada en el edificio de San Luis, que viene a desembocar en la avenida del Faro. Los niños acuden a leer cuentos, algún que otro poema, pasatiempos de pintura, alguna obrilla de teatro… El monitor les abre como si fuera un telón desplegado de palabras diferentes aventuras…, diferentes amores…, diferentes juegos…
Allí conduce Paqui, por las tardes, a nuestra Alma… Te puedes imaginar cómo sus latidos se llenan de relatos y de palabras que cobran vida gracias a la aventura: Islatesoroarcabuzfragatamagiahechizos; incluso las más difíciles como DumbledoreMortífagosDementoresSnype, etc., etc.; y las que llegan a sus manos llenas con las aventuras de Axterix y Obélix, con su inseparable Idefix y cada uno de los miembros de la mítica aldea gala cuyas aventuras siempre acaban con el bardo Assurancetorix amordazado y atado a un árbol.
Alma, a lo largo de los días sucesivos en que convive con la maestra Paqui, con los niños y el monitor de la biblioteca, se abre a la pintura de nuevo. Aprende cómo ciertas palabras que laten negativamente pueden volverse positivas, gracias a la ternura, al amor, a los abrazos del monitor, de Paqui, incluso las alas que laten trémulas en sus manos, pero tú mi niña de sueños, cual estrella, debes saberlo…
Paqui sonríe porque esa niña que encontró sin alegría en sus ojos, comienza a curar la palabra más dolorosa que Paqui había detectado enseguida. Culpabilidad comenzaba a desplegar, junto con la sábana brumosa del invierno, sus alas de las manos, de los pies, de las trenzas desatadas de Alma que se arrebuñaban libres en su almohada, latiendo más serenamente su corazón. Los gritos de color de primavera y de los niños en sus bicis y pantaloncitos cortos aletean de color y primavera avenidas, arboledas y sonrisas en Chipiona.

6

El aire, que esta mañana de sábado se ha levantado de levante, alborota con sus dedos de calor los cabellos deslavazados de Paqui y Alma, camino del zoo de Jerez. Parece llevarse las últimas reservas de los padres de Alma ante este viaje que se evaporan entre viñedos e invernaderos y que ahora revolotea sueño e ilusión entre ambas mujeres mientras el citroen de Paqui asciende la cuesta que conduce hacia el zoo.
Los ojos, paletas del cielo, de Alma se abren a todos y cada uno de los animales que no ha visto en su vida… Con sus manos es capaz de dibujar su textura, su piel; sentir el latido suave o el latido desafiante, casi rugido, de algunos otros. Ya sabes el gusto por las palabras, así que te puedes imaginar… Leónpumahipótamobisontegaceladelfín, uy, delfín sí que le gusta por su movimiento, por su sonoridad y dulzura; su pasmo ante la serpiente o araña y ante su capacidad de defenderse, mediante la inyección de veneno, en cualquier ser vivo que supusiera cualquier peligro contra ellas.
Paqui la coge de las manos, el efecto de las picaduras aún errando en la piel de nuestra Alma, y la conduce a un lugar lleno de rocas, de aligustres, jacarandás, cedros, ficus, etc. que tantean el cielo y los ojos de Alma. Le atraen poderosamente los mandrilesmonos capuchinoschimpancés y descansan ahora en una mamá gorila que amamanta a un bebé. Te hubiera gustado estar ahí. Seguro que te hubiera gustado. Los ojos de Alma se llenan de lágrimas ante aquella escena sin saber por qué. Sus labios apenas permanecen quietos…
Paqui le explica, sin que Alma preste atención del todo a sus palabras, cómo hace unos días esta misma mamá gorila había dado a luz un bebé gorila que nació muerto; cómo la madre había llorado desconsolada, igual que ella hacía en las clases, sin poder hablar, sin poder expresarlo con palabras, sólo con sus gruñidos, sólo con su soledad… Paqui coge de las manos a Alma, que murmura con sus labios algo ininteligible: mmmm… El aire tostado de Levante, al atardecer, prende con sus peines de sudor y asfixia los corazones de las dos mujeres.
Continúa Paqui explicándole cómo en otro zoo, el de la capital, una mamá gorila había muerto al dar a luz a su bebé… A Alma de nuevo esa palabra, sinergia, se le desliza por el tobogán de emociones recién encontradas. Paqui, llenándola de sus manos, de su calidez y de sus besos, le dice que se puede querer a una persona y que en este caso a un bebé gorila, sin necesidad de ser su madre… Los ojos almendrados de Alma se abren de repente y sus labios, por fin deslavazando el latido, la semilla, pronuncian su primera palabra: mamá.
La tarde quiebra con sus primeros rayos de luz magenta y heridas tulipanes cuando Alma y Paqui acometen con el C4 el monumento de la Virgen de Regla, las alas de gaviotas y esquejes marineros hechos volutas de luz sobre el cielo de Chipiona.

7

Gritos, gañidos, mugidos y gruñidos alzan sus alas, años después, ante el griterío de niños que acude locuela a puestos e imágenes de animales a lo largo del zoo… Un viento de poniente revuela falda de una Alma adulta cuyos ojos se llenan de estrellas al coger en sus brazos a su pequeño Jaime y mostrarle el entorno donde conviven gorilas entre jacarandás, tamarindos y cedros… En los ojos de la mujer, el doble latido que siempre mantiene en sus ojos de la maestra Paqui y sus palabras, a pesar de haber fallecido hará cosa de dos años a causa del cáncer, que trémulas revolotean en su cabello, en su rostros, en sus manos y en los grititos de alegría de su hijo: confianzaternuraamor y, aquella que se le escapaba de sus labios, sinergia.
Mamá Naturaleza, con una sonrisa bendecida en los labios, coge de la mano a la maestra Paqui, y, se elevan ambas, despidiéndose Paqui con una sonrisa en el rostro, rumbo al cielo, por encima del paseo marítimo. Una levantisca de hojas precede al otoño desapareciendo la estela de tractores que rastrillan la orilla al gañido de las gaviotas, donde un pequeño alza las manos y corretea descalzo. El mar resuena aún con acento sevillano y gaditano en las marejadas, en las crestas que rezuman de primavera y vida la playa, y su impasible faro, el Papá bueno de Chipiona.



Pruden Tercero Nieto, España 



3 comentarios:

  1. Agradezco a Proyecto Sherezade esta grata oportunidad de dar luz a este relato. La palabra es el puente al que se aferra la protagonista tan acostumbrada a huir de la realidad. Mi madre, sin ser profesora, me sirve de referente para la maestra que engarza la palabra de forma tan maravillosa. Gracias a todos de antemano. Saludos.

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    1. Te agradzco a ti, querida Milagros, ¿sabes que mi virgen preferida es la Milagrosa?, esta oportunidad que me has regalado generosa. Saludos de corazón

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    2. Gracías por dejarme compartir ,el arte el sentir hay que divurgarlo ,y esta es una forma GRACÍAS desde el alma.BENDICIONES

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