Como el aroma de una flor, llevo impregnado en mi piel, el último de los besos que me has dado.
En mis labios, el dulzor del caramelo, y en mi piel un revuelo de deseo.
Déjate caer en mis espacios, mientras la tarde nos envuelve en un manto de terciopelo.
Al notar caer la noche, en ese mismo aroma, tú y yo, nos envolveremos.
Deja tu pensamiento cerca de mi alma, y abrázala, como se abrazan las primaveras cuajadas de jazmines.
© Maria De Los Angeles Viangel Garcia Martin
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