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viernes, 2 de marzo de 2018

Siempre el mismo caballero.


Siempre el mismo caballero.

Tras la cortina de los cielos y los mares, concebí en mi alma al amor. 

Pasados los años, tras la cortina del tiempo, 
el cielo conspiró en el aura del infinito universo, 
y renació el amor en mi senda de mujer. 
Un destino programado al fluido de mi ser. 

Como en la niebla después del amanecer, 
y tras la cortina limerente de mi fiel querer, 
un dulce y delicado melifluo me hubo de poseer. 

El maravilloso caballero del amor. 

Sonámbulo de amor llegó a mí, 
suave y deslumbrante tras la fúlgida cortina del más bello amanecer. 

¡Era otro!, yo le vi, 
y de la entrega de la flor y del halcón, 
nació nuestro verbo llamado amor. 

Cada tarde una entrega enamorada, 
un amor, una caricia, 
tras la cortina del efímero, rojizo y luminoso arrebol.

Tras la cortina del amante caballero del amor. 

Y en el umbral de los cielos, tras la cortina del alma, amado mío, 
apareciste desnudo de temores, 
y detrás de la cortina de los mares y los cielos nos besamos. 

Nos amamos, 
en el solaz de un escollo junto al río, 
el escondrijo de mi alma sucumbió a tu brío,
y la fusión de nuestras almas, se mezcló con el fluido espumosos de los mares. 

Risueñas la marea y la montaña, 
arroparon nuestro amor
tras la cortina de estrellas, 
teas la ventana de una luna enamorada, 
y la inefable libertad del viento. 

Fueron sabios los amores tras la cortina del cielo, 
pero siempre el mismo hombre, 
siempre el mismo caballero.

Cuánto me han amado y he amado. 
Tras la la infinita y dorada cortina de los cielos, 
de los mares, 
de los vientos y de la eternidad del tiempo,
tras la cortina del infinito y sublime horizonte de las almas...pero siempre el mismo caballero. 

Autoría:
Hortencia Aguilar Herrera.
todos los derechos reservados, 
México. 

Imagen de la red.

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