Las personas podemos asumir los problemas, desilusiones, tristezas y amarguras de dos formas;
una:
continuando con nuestras vidas, luchando por nuestros sueños sintiendo el apoyo de nuestros seres queridos, y dejando atrás el pasado que en vez de derrotarnos nos debe hacer más fuertes.
La otra:
es aquella por la que muchos le apuestan, la de solucionar todo a través de los manjares del demonio, los vicios, la vida fácil, las amistades que sólo conllevan a caer en un hueco oscuro, con salida difícil, las tentaciones, la ambición, la corrupción y lo peor intentando escapar haciendo a un lado a las personas que los rodean, la familia, y los buenos amigos.
Y cuando se elige esta solución para nuestros problemas, en vez de demostrar fuerza y berraquera, por el contrario estamos siendo débiles de mente y corazón, porque en vez de devorarnos el mundo con éxitos, logros y sueños, es el mundo quien nos devora con todo su potencial maligno que nos proporciona a través de quienes jamás querrán lo mejor para nosotros, es decir las malas amistades, la falsedad, el vicio, y lo peor alejarnos de Dios y fallarle cada vez que recaemos en lo mismo, encegueciendonos buscando un placer temporal, pero haciéndonos perder el horizonte de todo lo bueno que queremos para nuestra vida y por ende convirtiéndonos en esclavos de ese propio mundo que elegimos a la hora de tomar la decisión errada al momento de hacerle frente a nuestros problemas.
Carmen Agudelo
Autora:
¡Su alma que habla!.
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