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sábado, 22 de febrero de 2020

El poder de 20 manzanas

El poder de 20 manzanas
Por Sergio Pellizza
Ese invierno venía crudo. Ya la naturaleza había avisado con su particular lenguaje de símbolos, que solo entendía la gente de campo, que sería uno de los más duros que se registraran en los últimos tiempos.
El joven de 28 años le pedía con voz suave al alazán que no le aflojara ahora. El animal hacía lo que podía, la lluvia no cesaba y el barro chupaba sus cascos como si quisiera tragárselo. El alto joven, desmontó, y también el barro quiso enterrarlo, cubriendo sus pies hasta los tobillos.
– Si yo puedo alazán,- vos también.-Debemos llegar hasta la estación de mantenimiento de vías, el parto de la esposa de Don Serrano viene de nalgas y debo estar allí para atenderlo.
– Si aflojamos alazán querido no sobreviran. -Necesitan toda la ayuda que podamos darle. Seguían chapoteando en el barro que ya se había comido la huella. Su única guía era los alambres del telégrafo del ferrocarril, que seguían a duras penas.
Un esfuerzo más alazán ya se ve la luz de la estación. Fue difícil pero se pudo.
Madre e hija estarían bien muy pronto. Mientras los hijos más grandes de Don Rosendo se esmeraban en el cuidado del noble alazán, el joven médico Arturo pensaba en el presidente Yrigoyen que le había dado ese puesto como médico itinerante del ferrocarril y con nada más que un botiquín básico que cabía en su maletín.
Los remedios eran importados y muy caros. Hasta el bicarbonato venía de Holanda. Pensó, si yo fuera presidente cuantas cosas podrían hacerse para que la gente estuviera mucho mejor en un país tan rico, cuya riqueza estaba en manos de tan pocos y no repartían casi nada. El cansancio lo venció y se durmió en el sillón de la casa. Soñó que era político. Representante de la comunidad donde recientemente se había asentado, Cruz del eje Córdoba. Vicegobernador Gobernador de Córdoba, Diputado Nacional y luego Presidente. Como Presidente podría hacer muchas cosas más que como médico rural. Podría por ejemplo modificar la situación de la energía que el país necesita, Un salario vital y móvil para la gente, Una ley para abaratar los costos de los medicamentos que sabia sobrepasaban más
de cien veces su costo de producción. En educación una Ley Nacional de Educación con un presupuesto acorde. Y tantas, tantas cosas más. Estaba totalmente convencido que la riqueza de un país tan prodigo como es el nuestro, debía ser usada para que la gente estuviera mejor. Se despertó dentro una pesadilla real donde era desalojado casi por la fuerza de la casa rosada. En esta realidad estas fueron sus palabras: «A mí me derrocaron las 20 poderosas manzanas que rodean a la casa de gobierno.», en el golpe de estado El 28 de junio de 1966. Arturo Humberto Illia, ejemplo de honestidad, modestia y frugalidad. Se fue en taxi…, ni siquiera tenía auto propio. Luego de su gobierno, mantuvo su activa militancia política, rechazó la jubilación y se ganó la vida trabajando, como cualquier ciudadano de a pié.
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