CANTO

 CANTO

Canto a la benevolencia
de los seres que edifican
saberes y multiplican
belleza con inocencia.
También canto a la paciencia
del enamorado errante,
al despistado mutante
que deshoja margaritas
y, sumergido en sus cuitas,
toma un camino distante.

Canto a la naturaleza
encargada del cuidado
de un horizonte minado
entre ríos de riqueza.
Le canto, sí, a la pobreza
de los palacios maltrechos,
con pensamientos estrechos
que, entre joyas, se lamentan
y, en las tardes, se violentan
dando golpes en sus pechos.

Canto al niño cuando juega
a ser Colón de un planeta,
montado en su bicicleta
-el cohete al que le entrega
los sueños y, en la refriega,
la Luna le quede a un paso.
Vuela, vuela hasta el ocaso,
llegando a todas las partes,
donde los viernes son martes
y, el domingo, es de repaso.

Canto a la gente escondida
en una gota salada;
a la langosta enfadada
y al fallo de un mal suicida;
al viento fuerte que anida
entre remolinos, peces.
A tí, que en pasión te meces
por los campos de cultivo,
siendo un eterno cautivo
de las grandes pequeñeces.

Canto a un cometa con prisa
que pronto se olvidará;
al nuevo amor que será
una foto en la repisa.
Canto al fuego que revisa
en cada chispa una historia,
y le canto a mi memoria
que guarda añejos toneles
de vinos curados, fieles,
para sostener mi euforia.

© Jorge Jorge González
24 de junio del 2021
País: Cuba

Foto tomada de la red: