Quisiera ser Danilo Semp todo el tiempo, él es fuerte, él es bueno, él ve el mundo de la manera más positiva posible, pero no, la realidad es otra, el cuerpo que habito es otro, mi nombre real es otro. Danilo Semp es el mejor alter ego que pude haberme inventado.
Recuerdo la noche en la que apareció, trabajaba en mi novela: "Fidel es mi hijo", buscaba algún personaje a quién atribuirle todas las desventuras que viví en mis años de mochilero, recordando siempre aquella promesa que me hice de muchacho, cuando vagaba en las calles y entre mendigar y sobrevivir a cada día, leía cualquier cosa que llegaba a mis manos, alguien (Víctor Hugo Viscarra, el bukowsky boliviano, que fue un buen amigo) me dijo una vez: He visto que te gusta leer, puedes ser escritor y escribir sobre tu vida, yo le sonreí, puede ser le dije, yo ya sabía que sería escritor, pero me prometí a mi mismo no escribir sobre mi vida, si no que escribiría sobre las personas que iría conociendo en mis aventuras, que al final resultaron ser desventuras.
Fue así que apareció Danilo, un tipo de un corazón enorme, siempre amable y dispuesto a ayudar, alguien a quien las heridas de la vida no le hacían ninguna mella, alguien que cientos de veces a llegado a su límite, pero igual ha seguido creciendo.
En cambio yo, el real, soy un tipo que todos los días tiene que batallar con su depresión, que cada mañana despierta y busca un motivo para seguir adelante, ya sea un poema, una canción, una sonrisa, una palabra de aliento. Soy alguien a quien la vida le ha golpeado tanto, que ha endurecido su corazón.
Pero Danilo, él no, el sigue siendo el buen tipo, el que aún conserva en su corazón una ingenuidad y una ternura que no tiene límites.
Como ya lo dije, quisiera ser él todo el tiempo, pero me tocó ser este, el que escribe...y escribir me salva.
Todo esto parece muy ezquisofrénico, pero ya saben, todos los poetas estamos locos, algunos más que otros.
Danilo Semp
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