A TI, MUJER (8 de marzo… y siempre) Abel de Miguel Sáenz

 A TI, MUJER

(8 de marzo… y siempre)

Mujer, siéntete elegida por el mero hecho de serlo.
Si la sombra del pesar te cubrió en algún momento, si la vida no te ofreció sus sonrisas, si en algunos de esos casos fuiste presa de la violencia o de la injusticia, quisiera borrar esos fatídicos segundos que osaron oscurecer el rostro de una mujer.
Siente en tu pecho la alegría de saber que cualquier mirada que en ti descanse, te verá como elegida por el mero hecho de ser mujer.
Si algunas sienes deben ser coronadas con el laurel de la paciencia, que esas sean las tuyas.
Si el mundo buscara nuevos caminos y sembrarlos de espíritu victorioso, no dudes, mujer, que tú serías su abanderada.
Si las lágrimas buscaran ser comprendidas o secadas, buscarían tus manos o palabras.
Si alguien se sintiera incomprendido, bastaría tu mirada para paliar su cruz.
Si la alegría necesitara un eco, por quedar pequeño el corazón, hallaría en tu sonrisa ese universo.
Si la vida se apagara y el mundo oscureciera, siempre habría una luz y, esa, serías tú.
Seréis vosotras, mujeres, quienes con vuestro talento y dones deis aliento a esta vida y curéis esas heridas que pasan desapercibidas al resto de las miradas, porque una mujer no solo mira, intuye.
Instinto innato a vosotras, os adentráis en las miserias hasta hacer que los más espesos problemas se transformen en vendas que pretenden cubrir el cielo.
¿Qué misterio encierran esas lámparas divinas que lucen en vuestros rostros, capaces de descubrir lo oculto?
Porque supera lo racional, solo hallo una razón: que cuando miráis lo hacéis con los ojos del alma; que cuando os implicáis, no solo es ilusión, sino que os dejáis la vida.
Sí, allá donde haya una mujer la vida respira porque encuentra en ella una aliada, una persona en la que vive una inmortal esperanza, pues bien sabe la vida que sus males o problemas se desvanecen ante ella.
Mujer, bendita seas por el mero hecho de serlo, pues así como el sol no tiene sentido si no diera calor, la vida sería una farsa si no existieras tú.

Abel de Miguel Sáenz
Madrid, España