PERGAMINOS EXTINTOS
¿Qué apaga la flama de tan bello sueño?
Extinguimos deseos
sobre papeles sin escribir,
hojas blancas
tras la eterna espera…
¡Yacen sin haber vivido!
No apreciamos ese cuándo
desperdiciando su tiempo.
¡Que fallo!
Algunos verbos los buscan,
tientan su estupor
en tan apagados
sonidos,
trémulos tallos
moribundos.
…y
¡La palabra valiente insiste!
¿Por qué deben morir?
Le lastima
verlos escondidos
detrás de la puerta,
espantos asustados
de sí mismos…
¡El verbo salta!
Comienza a arder
en la punta de la lengua,
arrancándonos la deducción
de cuajo.
¡Son esos los verbos!
Conjugándose
entre caballos salvajes
cascos desbocados
aplastando a los patéticos
y conformistas deseos,
sombras claudicando
ante el afán
de la vida.
Tres ciervos vienen
encarcelados,
la monotonía los tiene
contra la pared.
¡La palabra revienta!
Iracunda, los reta.
Despedaza sus pergaminos
vacíos,
¡Les patea la mueca!
Se niega a que acepten,
no ser.
Exige que salgan,
así sea disfrazados
de humanoides,
corazón de plástico
expuesto
en las manos.
¡Los deseos tiemblan!
Brotan de la memoria
tal pegasos sin alas,
revolviéndonos la historia
con sus gritos, ya vencidos.
¿No fueron sueños alguna vez?
¡Qué les hicimos?
¿Por qué tan necesitados, ahora,
de transfusiones de sangre?
¡Ningún deseo debería morir!
tampoco,
ser esclavo del olvido.
¿Qué permite que se desmoronen?
¿Por qué ese “Yo” no lucha contra
la infame alienación que los adormece?
Enajenados engendros
de doble joroba,
triste final
para los amados halos,
ecos que alguna vez
fueron,
Zares y Zarinas.
Scarlet C
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