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jueves, 20 de febrero de 2020

LETARGO DE UN POETA

LETARGO DE UN POETA

Eternos son los llantos de las letras,
impotentes son los rezos de un poema,
inermes las hojas se desgarran en imponentes y gélidas palabras.
Llora el poeta, lloran las hadas,
y las ninfas se desgranan en los ecos de los soles y las lunas.
Lagrimean de dolor las hojas secas,
sucumben los rosales y las rosas,
ante la lívida y cruenta risa de los mares,
de los mares que irrumpen las sombras de la noche,
y ahogan los días en su cruel melancolía.

Duermen las horas en el tiempo del pantano,
sueñan las aves cuán insípido regreso,
y tiemblan los rayos en las raíces del viento.

Se alinean las aguas en las fauces de los ríos,
son los lirios incapaces de beber algarabías,
ruedan cristales de los ojos de la rosa,
sobre las nubes de un cielo que no concibe las miserias de un infierno.

Pasan las horas en el reloj del olvido,
despierta el poeta somnoliento,
y grita en silencio su gratitud y su entrega,
después de un letargo de indiferencia e inercia,
al amor y a la flama de su alma y de sus letras.

Autoría:
Hortencia Aguilar Herrera,
todos los derechos reservados,
México.

Imagen tomada de la red.

sábado, 17 de agosto de 2019

A LA ESPERANZA

Sé que pululas en la vida
anidándote no sé si en la mente o en el alma, 
que te vistieron de verde desde que nació
el alba y merodeas en los mares de ilusiones
terrenales.
Pero dime ¿Dónde estás?
Entras en los sueños y vuelas en los soles
del universo,
a veces te alejas tanto como el horizonte
que une el mar y el cielo,
tocas las campanas en el viento
y en la espesura de los montes quietos.
Te escondes en las arboledas dejando 
el espíritu vacío,
luego te hallan en callejones secretos
y regresas con ríos bendecidos.
Los sueños llevan tu luz, rocío de agua bendita, 
eres sol en la aurora y luna en la negrura,
pero eres efímera y sin ti, todo yace
en la amargura.
Sigue volando en cielos abiertos consiguiendo
el final querido,
lleva al corazón ansiado, un mundo florido.
Esperanza, abre tu mano y dá verdad a los sueños...

María Eugenia Gulfo Berrocal
Derechos de autor
Colombia

lunes, 22 de julio de 2019

En el cielo piden mis versos

En el cielo piden mis versos, en el infierno mi fuego 

y fíjate cuánto tarde que al tercer verso os lo cuento 

sí el diablo sabe bien que el pecado es lo que entrego 

no mandes a más ángeles que sucumban a mi tiento.

Si en su piel hago la poesía y así muestro mi talento

cómo espera que no cambien de bando ante tal juego 

que ahora prefieren jugar, en el paraíso qué caliento

sí en el doblego a la pena y en la llama crezco el ego.

Sí provoco por cada extorsión, al cariño y el consuelo 

porque no proponer más de ese don que a bien vendo 

si tú vas a hablar en simple palabra, partan al cielo 

mientras yo le busco las formas en él de ir naciendo.

Por eso es que no suelo prometer más de lo que tengo 

qué dos vocales bastan, para ser del núcleo su centro 

sí mi alma anhela arder y no la detengo, ni con tengo 

al saber que a su prender sorprende en su encuentro.

Si la piel siente su pira, suspirando al oído tal deseo 

cómo no voy a jugar, si soy culpable de tanto respeto 

que al perder, se escuchó decir, madre mía qué paseo 

espero que nunca lo sepan o bajará el cielo completo.

Pues cargo tanto amor encima. que si lo suelto temo

que use la magia de Eros y de Cronos para el tiempo 

si hago poesía por ese ambiente que envuelto quemo

y a ver después quién logra lumbre sobre ese cuerpo.

Porque no habrá averno que de inicio de tal proceso

sí ese fuego fue conpensado para que ardiera eterno 

con tal progreso que da un receso para ser travieso 

y ante él te ves delante de un instante siendo tierno.



Poema: Un Poeta Vende Versos

De: Esteban Bragado

Fecha: 01-05-2019

Derechos reservados © 

Santander, España.

sábado, 20 de julio de 2019

AMIGO SIEMPRE ESTÁS


AMIGO SIEMPRE ESTÁS

Amigo, sos ese llamado
que siempre espero.
La sonrisa 
que desdibuja mi velo,
y que hace que mis ojos 
dejen de llorar.
Sos esa caricia, 
cuando más la quiero.
Esa mirada de entender 
hasta el cielo...
Y esa noche compartida,
de amor y paz.
Amigo, sos esa charla
que nunca termina.
Esa caminata,
tan acompañada y sentida,
y ese abrazo que siempre
me sabes dar...
Amigo, estás en lo mágico
y en lo vivido,
en lo triste que empaña
mis sentidos, 
en esa alegría
que nunca voy a olvidar...
Amigo, fuiste mi sostén
y yo soy tu aliento.
Fuiste mi brisa de amor,
que me alcanzó el viento.
Y el tesoro que el universo
para mi, en una estrella
siempre habrá de guardar...

Diosma Patricia Davis 20- 07-2015.
Copyright 2015. Argentina.
Todos los derechos reservados.
Imagen de Web.

martes, 13 de noviembre de 2018

MIS AMIGOS DEL ALMA

MIS AMIGOS DEL ALMA 
En esta soledad que hoy es mi amiga,
 me cuelgo de una nube de recuerdos, 
 recuerdos de una vida en donde habitan ellos,
 los amigos del alma, que quedaron atrás en la distancia.
 Quizás dicto la vida que yo fuera estrella errante que a veces sin querer y otras queriendo solo fuera dejando en ellos tras mi paso el recuerdo de mi voz, mi aliento azul y mi cálida piel de abrazo.
 Y en cada poro de mi piel de abrazo están ellos, en cada abrazo recibido en el país de mi cuerpo,
 en el aliento azul de cada beso dado en las tiernas mejillas de quienes me eligieron, en las sonoras risas, en las lágrimas frías, en cada melodía que escuchamos juntos, mas allá de la sangre, de la vida y la muerte siempre estarán ellos. 
Es tanto el amor que les profeso que mi nube no soporta el peso y se deshace en lágrimas de nostalgia al darme cuenta que repartidos por el mundo están ellos los amigos del alma, que la distancia impide ese abrazo que conforta, esos besos que me digan que siempre estaré en sus recuerdos
 Y que en esta soledad que hoy es mi amiga, en mi ayer y mi mañana siempre estarán ellos, mis amigos del alma.
 Adelina Carillo © derechos reservados

sábado, 27 de octubre de 2018

ALEJÁNDONOS

ALEJÁNDONOS


Te lo debía mi amor

hoy puedo decir,

que fue el último cigarrillo

pensando en ti.


Así te digo adios

como ése humo 

alejándonos,

aunque en el silencio

siempre recordándonos.

Todas tus caricias

me llevo guardadas,

todos tus ''te quieros''

de palabras encantadas.

De tus labios el sabor

que de tus besos sentí,

de tu cuerpo el olor

que impregnado llevo en mí.

Así como prometí

hoy puedo decir mi amor 

es mi último cigarrillo 

pensando en ti.


Autora- Livert Marie

D.R.A

MARÍA (inspirado en una bella mujer María)


MARÍA
(inspirado en una bella mujer María)

Conversando un día ella me dijo así.
Ayer mi marido exclamó;
quisiera volver a tener veinte años,
para vivir mi vida de nuevo.
Yo sonriendo pregunté;
en ésa nueva vida ¿estaría yo también?
me devolvió una pícara sonrisa, 
después de unos minutos contesto,
por supuesto a ti solo te he querido yo.
¿Porqué ése deseo?
Él muy decidido, altanero y seguro de si mismo; pues para disfrutar de todo lo que 
me gusta, la vida solo se vive una vez, el tiempo pasa, debe ser aprovechado y el amor debería ser libre ¿no?
Mi respuesta fue... sí.
Volví a preguntarle;
¿en ésa nueva vida estaría yo?
Riendo despechado contestó, María a ti no te ha querido nadie nada más que yo, debes agradecer estar conmigo.
Cariño escúchame te voy a contar mi historia,
en nuestra vida juntos yo te he amado y respetado, aún siendo poquito para ti, no soy modelo,ni seductora, nada de cuerpazo, quererme es cierto que no me han querido, pero hombres me han deseado.
¿Sabes cariño? si vivieses de nuevo tu vida libre de amor, yo no estaría contigo te diría adios.
Un hombre murió de amor por mí
demasiado amor desesperado
y yo sintiéndome feliz a su lado 
le dejé partir.
Cierto es que solo tú me has querido,
pero no me has amado.

Autora- Livert Marie
(inspirado en María con todo mi cariño)
D.R.A
Imagen pertenece a la red.

jueves, 15 de junio de 2017

Lloro desde las estrellas

Lloro desde las estrellas
Lloro por la otra parte de mí ser espíritu
Por la sombra que adherida a

Contesta mis palabras
La que conoce mis defectos y virtudes
La que escribe en la habitación obscura
Con tinta sangre las paredes
Y llora mis lágrimas en la casa de la risa
Donde los sueños levantan la agonía
Y convierten mí otra parte
En un ser de las estrellas
Lloro por la otra parte de mí ser espíritu
Que agradece al cielo su existencia
En los instantes vacíos más profundos
Del sufrimiento
De la ansiedad
De la esquizofrenia
Del abandono
En este cuarto obscuro
Con camisa de fuerza...
Roberto Reynaga E.
Derechos reservados.




sábado, 10 de junio de 2017

EN LOS TIEMPOS DEL AMOR DESESPERADO

"Duda de que sean fuego las estrellas, duda de que el sol se mueva, 
duda de que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo". 
William Shakespeare.

"Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están 
medio muertos". Bertrand Russell.

"El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo:
estira los minutos y los alarga como siglos”. Octavio Paz.

EN LOS TIEMPOS DEL AMOR DESESPERADO
©Todos los Derechos Reservados del Texto 10/06/2017.
Autor: Manuel F. Romero Mazziotti. Tucumán Argentina

Y, si, desde el azul cielo de tus ojos, mientras me mirabas con todo el amor del mundo, se deslizaban dos lágrimas de cristal, tallada en el crisol de tu tristeza desesperada de dejar un verdadero amor, y se estacionaban besándote con pudor, en tus labios.
Estábamos en la hermosa habitación del piso 12 del hotel de Callao y Corrientes, tantas veces testigo de nuestro amor desesperado.
Afuera, la neblina de la noche, proveniente del puerto, acentuaba la tenue melancolía de un otoño tibio, y una fina llovizna se perdía en la brisa y la penumbra de la poquísima luz que se filtraba a través de los cristales polarizados.
Estabas desnuda, sin pudor ante mis ojos que nunca se cansaban de adorarte. Solo tenías puesta una tiara de flores que te compré esa noche en Florida, después de la cena, y mi camisa blanca y casi transparente, que engalanaba la juventud de tus pechos pequeños y turgentes de niña mujer, en tu piel de caoba, con aromas y tan suaves como pétalos de amapolas.
Delgada, menuda y bella, me gustaba sostenerte en mis brazos con tus piernas en mi cintura, enredando pubis, pieles, cuerpos, alientos, boca, vida.
Con el corazón destrozado, tratando de mantener la calma y la cordura, sabía yo que era el culpable de tus lágrimas, que me partían el alma.
“Perdóname”, dijiste entrecortadamente, mirándome a los ojos, como siempre lo hacías, porqué sabias que tu primer beso, estaba en esa mirada de cielo.
Con el alma desgajada, dominando como podía la angustia y el dolor de perderte, te dije. “Nada hay que perdonar, agradezco a la vida, que me dio la alegría y el inmenso amor de haberte conocido y amado”. Y tratando de mitigar la enorme angustia que nos invadía, bebiendo tus lágrimas con mis labios, continué. “Tú, lo sabias, y yo era consiente que este momento llegaría. Prefiero mil veces sufrir por haberte amado, que mil veces morir, por no haberte conocido. Sabías, porqué te lo dije, que esto en algún momento pasaría. Cuando nos conocimos, ya te doblaba en edad, pero tu amor por mi pudo más, y vivimos un sueño hecho realidad, aprendimos a conocernos, a cuidarnos y a vivir intensamente un amor desesperado, imposible, nuestro secreto mejor guardado, casi cinco años”.
Tratando que mi voz se mantuviera firme, le dije, “Ahora, ya tienes tu título flamante de abogada, tu padre te consiguió una beca en el exterior. Todo eso lo sabíamos, lo pensamos juntos, y el momento tan temido, ya llegó. Tienes que irte y cumplir tu sueño y también el mío, de un doctorado en Derecho Internacional. Tu padre ya te envió los pasajes a París.
Pero quiero que siempre recuerdes esto: no me pidas que olvide estos momentos y no te recuerde, porque eso no sucederá, y cuando me necesites allí estaré, estés donde estés, y siempre, siempre puedes contar conmigo”.
“Ya vivimos nuestro amor, aprendiendo juntos los secretos de poder amarnos con el alma. Tú, vas a sufrir, y yo también, pero la vida es ésta, nosotros elegimos vivirla así, momento a momento. Siempre te lo repetí, cuando tu estés en la flor de tu vida, yo, seré viejo y un estorbo para ti, esa es la ley del tiempo de la vida, inmutable, y sentiré que te pierdo, irremediablemente”.
Te sentaste en la cama y con tus lágrimas como joyas cristalinas de rocío, que se deslizaban en la piel de durazno de tus mejillas, me abrazaste la espalda. Dios mío, sentía tú cuerpo tibio, tus pechos turgentes y tus lágrimas que se deslizaban por mi cuello. No pude más, te abracé y te amé como nunca lo hice con nadie.
Me dolía y mucho, pero sabía, por el bien de los dos, que sería la última vez.
Reposando desolados, cada uno pensando en el otro en un abrazo de nuestros cuerpos que parecían conjugados en uno solo, nos dormimos.
Me desperté, como es mi costumbre, muy temprano, y te miré.
Eras un ángel, mi ángel.
Tu largo cabello de trigo y miel se enredaba en tu cara, solo veía tu nariz respingada y escuchaba tu acompasada respiración.
Me levanté y me vestí en silencio, saqué la cajita del anillo que te había comprado por Florida, el día anterior, sin que lo supieras, escribí una pequeña nota que decía,” Te amo, gracias por la vida que me regalaste”, lo guardé en tu cartera y silenciosamente, me fui. Pagué todos los gastos del hotel y salí afuera.
Ya no llovía, pero sentía frio, en el cuerpo y en el alma. Desgarrado por el amor perdido y vivido con ¡tanta y verdadera intensidad!, que se había hecho carne en mi carne, y dolor en mi conciencia.
Tomé el primer vuelo que salía, y volví a mi vida de todos los días.
Y como ráfagas de aromas de tu piel que se llevó parte de mi vida, pasaron veinte años, de aquel amor pura pasión, consiente, secreto, desesperado.
Y, ya con nuestras vidas vividas por diferentes senderos, sucedió.
En una mañana cálida bastante temprano, en un lugar que no llueve nunca, estaba yo sentado con mi abogado y un despachante de aduanas, esperando en una coqueta antesala en un moderno edificio en la Ciudad de Iquique, en Chile, en la Zona Franca de Libre Comercio. Cada uno de nosotros concentrados en mis negocios de importación.
Esperábamos para firmar unos convenios comerciales con unos empresarios chilenos, y poder usar los puertos de ése País para descargar mis contenedores procedentes de la costa oeste de U.S.A.
Una coqueta y bella secretaria, que conversaba y miraba con demasiada amabilidad a mi joven, inteligente y apuesto abogado, muy amable, nos invitó a pasar al salón de reuniones.
Nos presentamos y nos acomodamos, dispuestos a hacer buenos negocios.
Nuestro anfitrión, el ingeniero Wagner, dijo” tengan la bondad de esperar unos minutos”, y sonriendo, agregó, “mi asesor legal está llegando, está un poquito demorado, por la familia”.
Mientras saboreábamos unas ricas tazas de café colombiano, que trajo la agraciada secretaria de nuestro anfitrión e intercambiaban sonrisas con Eduardo, mi abogado y enfrascados en una amena conversación, de pronto, mi corazón casi se detuvo, cuando te vi.
Llegabas sonriente, apurada, pidiendo disculpas por la demora, y me viste. Algo de un pequeño rubor y de fuego se cruzó en nuestras miradas, que se notó en el infinito momento que duró, y se hizo un corto silencio en la sala, que interrumpió nuestro anfitrión, con una sonrisa, “Es mi esposa”, dijo, sonriente, nuestros niños siempre la demoran”. ¿”Se conocen?” indagó, más que preguntó.
Ella se dio cuenta y enmudeció. Y yo contesté, “Si, con su esposa nos conocemos de hace mucho tiempo, yo soy amigo de su padre, su empresa me provee de lubricantes. Me acerqué y te di un beso fugaz en tu mejilla, y expliqué, “La señora, cuando muy jovencita ayudaba a su padre en su oficina, era muy bella, pero no tan hermosa como ahora”. Cosa que era verdad. Algunas sonrisas distendieron el momento, y nos sentamos a charlar.
La verdad, estaba muy feliz de verte, te habías doctorado en lo que yo te aconsejé y estabas muy felizmente casada, cosa que yo también anhelaba.
A pesar de tus cuarenta, tu belleza se mantenía incólume, con ese bello trajecito sastre de pollera corta, tus ojos que envidiarían el Adriático y tus finos anteojos con montura de oro, eras todavía más bella, con esos aires de mujer culta, inteligente y decidida. Cuando me acercaste con una sonrisa las carpetas para firmar, miré tus manos, tan conocidas por mi cuerpo y en las huellas que dejaste eternamente en mi piel. Y sonreí.
Llevabas con elegancia el anillo que te regalé en aquélla bella, triste pero necesaria despedida. Hacía casi veinte años.
Almorzamos todos juntos con una amble invitación de la empresa de tu esposo. Te sentaste frente a mí en el coqueto apartado del restaurante y mientras charlábamos todos, inesperadamente, sentí tu pie que me acarició mis rodillas, mientras me mirabas con una tibia sonrisa. ¡Dios! Casi tiro la copa de vino.
A la tarde, terminada la reunión, todos contentos, negocios en marcha, nos despedimos.
Me diste un suave beso en la mejilla y rápidamente me pusiste algo en el bolsillo del saco.
Ya en el avión, observando las enormes montañas nevadas de los Andes que nos separaban, busqué en el bolsillo y lo vi. Es un recuerdo que atesoro y guardaré para siempre.
Era la pequeña nota que te dejé, amor, cuando me fui, aquella mañana en Buenos Aires, en la cajita del anillo que todavía usabas, con un pequeño agregado, que tú escribiste. “¿Te acuerdas de esto? yo te lo debo ahora. A ti.
Te amaré siempre, gracias por la vida que me regalaste”.
Cerré los ojos. Y un poco melancólico, sonreí.
La verdad, no quería recordar.
©Todos los Derechos Reservados del Texto 10/06/2017.
Autor: Manuel F. Romero Mazziotti. Tucumán Argentina

miércoles, 31 de mayo de 2017

AQUELLA JUVENTUD


AQUELLA JUVENTUD
De pie en el portal del
del tiempo, me pongo a 
contemplar los tiempos
de los naranjos en
Flor.
De aquella Juventud
primera, que con el paso
del tiempo se aquilata
Oh bella juventud.
Yo no te lloro, yo solo añoro
el tiempo de las manos
tersas, cuándo la vida cuál
La flor se abria.
Suave la piel, limpia la
mirada, y ligero el andar
cuando de los labios fácil
Se oía la risa.
Cuál campana sacudida
a prisa, frondoso el pelo
y la piel de rosa, cortas
las noches.
Largos los días, queriendo
convertir el tiempo en oro
adiós le dije a la Juventud
aquella.
Que añoro pero no llloro, y hoy que a la Primavera , va
a seguir el invierno y las
manos tiemblen y las
risas callen.
En las páginas del tiempo
escribire salmos de Amor
y de esperanza, y como
El ave Fénix levantare el
Vuelo.
Para volar mas allá del
del cielo y las estrellas
mas allá de la vida y de
muerte para siempre
En el Alma .
Vivira LA JUVENTUD
AQUELLA.

Melissa Gomez Stringel
Res Der de Autor
Monterrey Nl Mex.

Pintura de Clemen Clemen Garcia

martes, 30 de mayo de 2017

AVES DE PASO


AVES DE PASO 
Todo el mundo va corriendo 
a todos nos falta tiempo..
no queremos detenernos ni
queremos abrazarnos ni...
Prodigarnos un beso.

Esta vida es pasajera, de
eso no nos damos cuenta
sólo cuando tropezamos es
cuándo hacemos un alto y
En ese alto meditamos.

Y es cuando comprendemos
Qué somos aves de paso
y qué al paso de los años
llega él final del ocaso pues
Venimos à este mundo .

Por qué hay qué mirar la
vida desde la cima de un
sueño qué respire......
suavemente para acariciar
el tiempo en los labios
Del Silencio .

Sabiendo qué hay qué...
volar à veces à contra viento y
vislumbrar el ocaso y así ir
mirando las lunas peregrinar en
los sueños como LAS
AVES DE PASO

Melissa Gomez Stringel
Res der de Autor
Monterrey NL Méx.


Pintura de Sergio Villarreal Uribe 

ERAN MENTIRAS