Ruedan por mi mente perlas de mi alma,
en la incandescencia de un dolor dormido,
se quejan los ecos sedientos de calma,
soluble la aurora mi rostro ha sorbido,
y a la luz mi canto de un mundo prohibido,
sordo de conciencias, soledad de olvido,
emergen los ecos, delirios de ausencias,
en la efervescencia de mi voz ansiada, fúlgida en los ecos.
Efímeras sombras fenecen diluidas,
en los vahos tenues de místicas lunas,
lustro de una senda, mítica en la historia.
Sublimadas voces de espejos vacíos,
rostros de reflejos, misteriosas luces,
semblantes de anturios, lánguidos bosquejos, cómplices del tiempo,
misteriosos oros de un aura de amores.
Se restauran voces, voces de mis lunas, ecos de mi alma.
Empero mis perlas sórdidas de aurora,
vuelven a mis ojos brillantes de calma,
la vida florece en mi senda viva,
anida mi fuego, mis surcos, mi tierra,
fértil mi sonrisa desecha las sombras,
tambalea abismos, descarta miserias,
y ríe en la fulgía de una vida libre,
inefable aurora de una estrella viva.
Hortencia Aguilar Herrera.
todos los derechos reservados,
México.
Invierno 2017.
Imagen de la red.
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