ESOS AMORES LOCOS.
- ¿Qué te ocurre? - preguntó Ana, viendo a su amiga recostada y arropada entre la arena de la playa.
- El amor es loco - respondió Verónica, con lágrimas en los ojos y desprendiendo de su boca un olor a alcohol.
- ¿Por qué dices eso?
- Yo le amo y me ama, pero cuando estoy a su lado, la rabia del amor pasado y del desamor presente, trae recuerdos a mi memoria. - Verónica, respondía con dolor y sintiendo el discurrir de sus lágrimas por sus mejillas a través de los surcos de la desembocadura de sus ojos.
- Y...¿qué piensas hacer con ese amor que parece imposible, pero que está latente?
- Aún no lo sé, porque estando a su lado me hierve la sangre y cuando estoy lejos, mi corazón se apaga. ¿Cómo es posible que dos personas que se aman, no puedan estar juntas a la vez? - preguntó Verónica, albergando la esperanza de obtener una respuesta deseada y no dolorosa.
- La verdad que la respuesta es complicada y la solución está en ti, aunque, a veces, no guste. El amor no es complejo. Nos obcecamos en obtener lo deseado y deberías amarte lo suficiente para saber distinguir entre el amor y la obsesión. - Verónica giró su rostro hacia su interlocutora con expresión de asombro, como si hubiera dado con la clave de un enigma, y escuchó atentamente lo que le seguía diciendo - En muchas ocasiones, perseguimos algo, lo que sea, por el mero hecho de tenerlo y guardarlo sin darnos cuenta que no es para nosotros. Creemos haberlo encontrado, pero solo es el fruto de esos deseos irrefrenables por encontrar la felicidad y la enmascaramos sin darnos cuenta que nos engañamos.
- Pero nos amamos y eso nadie puede dudarlo. - Increpó Verónica con la esperanza de convencer a Ana, aunque sabía que la que se engañaba era a sí misma.
- No lo puedo negar, porque no sé cómo es vuestro amor, pero no caigas en la trampa de creer saber amar, cuando en realidad lo que buscas es tu egoísmo caricaturizado en felicidad.
Verónica se incorporó de su lecho de arena y se alejó con el sonido del mar como única compañía. Sintió que su conciencia fue sacudida por la razón y enmudeció. Caminó por la orilla de la playa reconocimiento que lo que sentía no era amor, sino la propia frustración por desear amar y haberse equivocado al creer ganar.
- ¿Qué te ocurre? - preguntó Ana, viendo a su amiga recostada y arropada entre la arena de la playa.
- El amor es loco - respondió Verónica, con lágrimas en los ojos y desprendiendo de su boca un olor a alcohol.
- ¿Por qué dices eso?
- Yo le amo y me ama, pero cuando estoy a su lado, la rabia del amor pasado y del desamor presente, trae recuerdos a mi memoria. - Verónica, respondía con dolor y sintiendo el discurrir de sus lágrimas por sus mejillas a través de los surcos de la desembocadura de sus ojos.
- Y...¿qué piensas hacer con ese amor que parece imposible, pero que está latente?
- Aún no lo sé, porque estando a su lado me hierve la sangre y cuando estoy lejos, mi corazón se apaga. ¿Cómo es posible que dos personas que se aman, no puedan estar juntas a la vez? - preguntó Verónica, albergando la esperanza de obtener una respuesta deseada y no dolorosa.
- La verdad que la respuesta es complicada y la solución está en ti, aunque, a veces, no guste. El amor no es complejo. Nos obcecamos en obtener lo deseado y deberías amarte lo suficiente para saber distinguir entre el amor y la obsesión. - Verónica giró su rostro hacia su interlocutora con expresión de asombro, como si hubiera dado con la clave de un enigma, y escuchó atentamente lo que le seguía diciendo - En muchas ocasiones, perseguimos algo, lo que sea, por el mero hecho de tenerlo y guardarlo sin darnos cuenta que no es para nosotros. Creemos haberlo encontrado, pero solo es el fruto de esos deseos irrefrenables por encontrar la felicidad y la enmascaramos sin darnos cuenta que nos engañamos.
- Pero nos amamos y eso nadie puede dudarlo. - Increpó Verónica con la esperanza de convencer a Ana, aunque sabía que la que se engañaba era a sí misma.
- No lo puedo negar, porque no sé cómo es vuestro amor, pero no caigas en la trampa de creer saber amar, cuando en realidad lo que buscas es tu egoísmo caricaturizado en felicidad.
Verónica se incorporó de su lecho de arena y se alejó con el sonido del mar como única compañía. Sintió que su conciencia fue sacudida por la razón y enmudeció. Caminó por la orilla de la playa reconocimiento que lo que sentía no era amor, sino la propia frustración por desear amar y haberse equivocado al creer ganar.
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