UNA FAMILIA PECULIAR.
En una calle de zona residencial, donde habitualmente pasaban pocos vehículos, en dos casas contiguas, se daba la circunstancia que en una había una perrita y en la otra una gatita, ambas jóvenes, dándose la casualidad de que se quedaron ambas embarazadas casi al mismo tiempo.
Se iba perfilando cierto paralelismo en la vida de ambos animales, dado que al dar a luz también ambas tuvieron una camada de cuatro, tanto cachorritos de la perra como de gatitos de la gata, pero solamente pudieron salvar dos, dado que dos gatitos tardaron mucho en nacer y lo hicieron asfixiados y los cachorritos nacieron aparentemente bien pero no acertaban a alimentarse de la teta de su madre y se murieron.
Iba transcurriendo el tiempo y cada animal con sus crías hasta que un gatito se escapó y cruzó la calle y la madre sin mirar, fue corriendo a buscar a su hijo, con tan mala suerte que la atropelló un coche. El conductor muy apenado y de acuerdo con el propietario de la gata, la llevó a un centro de rehabilitación de animales, que duró varios meses.
La perra del edificio colindante, al enterarse de la tragedia, insistentemente le ladró al dueño de la gata accidentada para criar a sus hijos y que finalmente accedió, de tal forma que tanto los cachorros y los gatitos, chupaban de las tetas de ella y luego jugaban como si fueran hermanos.
El problema surgió cuando regresó la gata y al enterarse que sus hijos los tenía la perra, fue a reclamárselos, pero esta se puso seria y le dijo que como ella lo había criado y que estaban en perfecta armonía con sus cachorritos, que mejor los dejara un tiempo y que ellos decidieran con qué madre deseaban estar, lo que no le gustó a la gata y dejaron la cuestión pendiente para pensarlo mejor.
Si puedes ayudar con tu opinión en la solución del problema surgido entre estos dos nobles animales, no dudes en exponerla.
Juan Tejera Ojeda.
Juan Tejera.- Relatos.
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