Cuando se acaban las ilusiones
El hombre vive de realidades y de ilusiones,
siempre busca el inmenso sol de la mañana,
para que ilumine su ser, sin malas pasiones
y sin los hilos vacíos, de una época extraña.
Misteriosos murmullos entre ríos cristalinos,
se llevan el alma, hacia un horizonte perdido,
a través de vías sinuosas y abruptos caminos,
pero es la rúa que lleva, a un cielo escondido.
Cuando no hay ilusiones, enferma el corazón,
el día es muy corto y la noche, algo más larga,
el trinar de las aves, no es la hermosa canción,
sólo existen los recuerdos, como pesada carga.
En vano se evocan, viejas y fugaces quimeras,
donde se construían, aquellas caras ilusiones,
emergían amores libres, sin hitos ni fronteras,
que anidaban en sueños de azules tentaciones.
En un paraje incierto, buscamos en las letras,
un refugio para el alma junto a rima y poesía,
en la voz del aire y el chirriar de las carretas,
que transporta un verso, de inquieta fantasía.
El poeta está muy solo, su musa se ha dormido,
ya no sueña en esperas, ni prepara el retorno,
su pluma y su carisma, entre el tiempo se ido,
sus palabras partieron, evitando un bochorno.
Para el necio poeta, se terminaron los sueños,
partieron los tintes de un lienzo imaginario,
creado a la distancia y estampando diseños,
que ayer forjó la mente, de un viejo solitario.
Gerardo Vásquez Almazán,
Tumbaco, Quito, Ecuador
Noviembre 6 del 2018
(D.R.A.)
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