GAVILANES TRAVIESOS
Era una noche de luna,
cuándo mi alma conoció la ternura,
estremeciéndome en la locura,
en la blanca boreal y su fortuna.
Mi corazón salió a tu encuentro,
en los prados enamorados,
de gavilanes traviesos y asustados,
sorprendida en la mirada de tu rostro.
Con aquella temerosa luna a mi espalda,
en la oscuridad de las sombras agazapadas,
recordé los lamentos y escaladas,
que años atrás quedaron en su aguada.
Recordé aquella mañana lúcida y extraña,
que en los vientos viejos me besabas,
jurandome ante la luna, que me amabas,
dejándome crecer entre las telas de araña.
Qué cruel fue el destino,
que nos llevó por distintos caminos,
desordenado nuestro mundo sin mimos,
sin contar los pasos ni su desatino.
Olivia Cortes Rubio
D.R.A 17/8/2019
Málaga///España
Poetisa Malagueña
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