LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN (15 de agosto)
Madre, ahora que, en cuerpo y alma, llegas al Cielo, quiero dejar a tus pies estos besos mendigos, para que cuando allí entres, sean ellos tu estrado y mi recuerdo viva contigo.
Esos besos encierran el amor que te tengo y súplicas de gracia y consuelo, de tu ayuda y cariño.
Hoy, Madre, desde esa cima divina, dirige tu mirada a la tierra e inclina tus ojos sobre tus hijos; mira, con especial devoción, a aquellas que fueron bautizadas con la advocación de Virgen de la Paloma.
Hoy, en compañía de tu Hijo, desde tu trono del Cielo, deja caer uno de esos besos mendigos que dejé a tus pies; que un beso, en tus labios, no es un beso, ¡es un milagro y un sueño!
Guarda en tu pecho de madre nuestros nombres, que no se borren de tu mirada nuestras vidas y recoge estas oraciones que nacen de nuestros pobres labios para descansar en tus manos divinas.
Déjame, Madre, que los besos que hoy te lleguen, lleven grabados una sonrisa.
Es la felicidad que siento al verte en el Cielo junto a tu Esposo, junto a tu Padre, junto a tu Hijo.
¡Virgen de la Asunción, ruega por nosotros!
Abel de Miguel Sáenz
Madrid, España.
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