lunes, 16 de mayo de 2022
UN MILAGRO VESTIDO DE SILENCIO Abel De Miguel Sáenz
UN MILAGRO VESTIDO DE SILENCIO
El cielo se despierta vistiendo galas de azul y cobre, franjas de limpio amanecer teñidas de cárdenas bandas que irrumpen para maquillar la mañana y darle un aspecto rosáceo.
Es el amanecer quien ofrece ese maravilloso juego de luces, suspiros de fuego que nacen y se visten de besos para vivir estas primeras horas de la mañana junto a su amante el cielo.
Salvadas esas primeras horas del despertar, surge una mañana de primavera en la que el cielo se ha vuelto confuso y dejaba entrever unos claros mientras el viento, cuando se anima, alienta frescos soplidos sobre las luces y sombras que sol y nubes graban en la tierra.
Dentro de estos claroscuros, lo único que se mantiene constante es el silencio, un silencio que se hace más intenso por el deseo que tenía de encontrarme con él.
Las únicas voces nacen de las mudas ramas cuando una leve brisa se detiene a jugar con ellas, y de los esporádicos trinos de unos pájaros que se animan a cantar cuando el sol gana una batalla a las nubes.
Pero eso poco, lejos de interrumpir esa paz, la viste de armónica música que la hace más intensa.
La mirada puede perderse tranquilamente, pues en cualquier rincón en el que se refugie encontrará un motivo para hacer morada en él.
Esta soledad no significa ausencia, al revés, supone el reencuentro con todos esos momentos, vivencias, personas a las que la fustigante vida les robó el derecho que tenían a ocupar un privilegiado lugar en mis pensamientos.
Y es ahora, inmerso en el silencio de esta primaveral mañana, cuando el corazón los rescata y les limpia el polvo del olvido.
Según van recobrando la vida el cielo también parece sentirlo y prolonga sus rayos de luz a la vez que el leve viento trata con mayor delicadeza a las silentes ramas.
Sí, se ha establecido un pacto entre el corazón y la naturaleza: cada vez que en él resucite un feliz momento ella lo acompañará vistiendo al cielo de azul, a la tierra de un mágico silencio y ordenara´ a las aves y al viento que sus voces adornen este momento.
Se ha consumado el milagro, pues lo es el hecho de que vuelvan a la vida esos momentos, personas y pensamientos que el insaciable tiempo ahogar.
Un milagro vestido de silencio.
Abel De Miguel Sáenz
Madrid, España
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