LA VENTANA
No me cierres la alborada, mi niño,
que en ella siento tu cara.
Mira atento nuestro hermoso infinito,
que nos reposa y nos llena de calma.
Hoy me he llenado de vida
con sólo abrir la ventana.
Mi rostro de pronto brilla
cuando me habla la montaña.
Los verdes puros me inspiran
bailando el azul que clama.
Y mi espíritu se inclina
ante la brisa que canta.
Mi ventana siempre abierta,
la felicidad, mi aldaba;
la veo en la loma aquella,
la que me respira el alma.
Que no me cierres la ventana, niño;
déjala un poco entornada.
Y no me apagues el canto del mirlo,
que su voz es sueño... y habla.
©Manuel Vega
Valencia, España
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