UNA VIVENCIA PROPIA.
Por el año de 1949 siendo yo apenas un niño de escasos siete años y cuando la ilusion de la niñez está en todo su apogeo, uno tiene que trabajar, para ayudar en parte a la economía del hogar, apenas se está despertando a la vida y ya se tiene que cumplir con una obligación, ese año del 49 me dejó amargos recuerdos, una triste decepción que me fue o a sido imposible olvidar, recuerdo aquel seis de enero, por la mañana todo estaba tranquilo, normal, ni siquiera sabía que fecha era, mucho menos que ese día se les diera un regalo a los niños con motivo del día de reyes, pasaba tranquila la mañana sin más contratiempo que el ajetreo del trabajo, cada quien hacía lo que tenía que hacer, los mayores platicaban mientras trabajaban, pero nadie decía nada de lo que se festejaba ese día o tal vez no se acordaban no lo sé, fue como a la una de la tarde que llegó al amasijo la esposa de mi tío Lino hermano de mi papá y dueño de la panadería, se paró en la puerta y me dijo; que crees qué el "alemán" esposo o concubino de doña Elvira, trajo juguetes y se los está regalando a los niños que pasan en la calle, ve a ver si te toca uno, pero apúrate si no se vayan a acabar y se fue; yo ni siquiera sabía que una persona extraña pudiera regalar juguetes a los niños el día de reyes, yo nunca había tenido un juguete nuevo en mis manos, ni yo ni mis hermanos, ahora decía mi tía que el señor "alemán" los estaba regalando, me parecía increíble y además justo en la casa de junto a la panadería; no le di mucha importancia a lo que dijo mi tía pero si me quedó la espinita de la curiosidad, me quedé pensando que se sentirá tener un juguete nuevo en las manos, sentí emoción, la señora Elvira y su esposo llegaban al pueblo nada más cada ocho o quince días porque trabajaban en la hoy ciudad de México, así que ese día estaban de visita, a medida que pasaba el tiempo como que me emocionaba más pero no me atrevía a pedir permiso, luego llegó otra ves mi tía y me dijo ¿no vas a salir por tu juguete? ándale apúrate porque se van a acabar... yo no sabía que hacer; fue hasta que vi a mis primos entrar al amasijo con sus juguetes nuevos en los brazos, contentos y felices, dos de ellos con un carrito de plástico cada uno de regular tamaño, el más chico un tanquecito de guerra que apenas aguantaba y mi prima una muñeca de pelo rubio que cerraba sus ojos al acostarla, fue en ese momento que sentí la necesidad y pensé que yo también tenía derecho a tener un juguete nuevo en mis manos, por lo que me armé de valor y le pedí permiso a don Fernando que era el maestro del turno, para que me dejara salir, y don Fernando me contestó con cierta ironía ¡ yo no sé! ¡dile a tu papá si el te deja salir vete! a lo que mi padre contestó ¡ que juguete ni que ocho cuartos! apurese a terminar lo que está haciendo ¡nada de salir! yo en ese momento sentí muy feo; sentí una tristeza como nunca antes había sentido, y me dieron ganas de llorar, una lágrima de impotencia resbaló por mi mejilla, me limpié con el dorso de la mano y continúe con el trabajo. Pensé en ese momento que nada les costaba darme el permiso, tal vez don Fernando por alguna razón denegó el permiso, directamente, ¿ pero mi padre?, ¿que fue lo que lo motivo a negarme el permiso?, no lo sé ni lo sabré nunca. Lo que si se es que en ese momento algo se rompió dentro de mi, en mi corazón de niño,como que la vida me dió un golpe tremendo, sentí coraje y frustración, no creía lo que mi padre me acababa de negar y más cuando el estaba consciente que ni yo nis hermanos tuvimos un juguete nuevo en nuestras manos, que ironía de la vida y de mi suerte, ahora que estaban al alcance de mi mano no lo pude alcanzar mi tía hermana de mi mamá nos llevó un día unos juguetes pero ya usados, viejos y destartalados y pues la verdad no es lo mismo, pasaba el tiempo y yo me sentía muy triste sin ánimo, sin embargo no dejaba de cumplir, ante todo aunque ustedes no lo crean ya era responsable, nunca fui flojo o arriado, además e tenido la habilidad para aprender, no sé cuánto tiempo pasó; de pronto el maestro dijo e; muchacho vaya a ver qué le dan, órale no se tarde y mi papá dijo pero rapidito y ya está aquí de regreso, yo presuroso me quite el mandil lo tiré sobre la leña y salí corriendo con un gusto enorme que sentí se anudaba en mi garganta, pero al salir y ver al señor "alemán" solo y sentado en una sillita, con las bolsas vacías, sentí un hueco en el estómago, sentí marearme de pronto, pensé que había sido inútil salir, sin embargo llegué hasta donde el señor estaba y me dijo, ¿venías por un juguete?, llegaste tarde "mijo" ya se acabaron ora para el otro año llegas más temprano yo me quedé parado cerca de el, tal vez vio o adivinó mi tristeza porque se levantó de la sillita y fue hasta donde yo estaba, me dió una palmada en el hombro y dijo apesadumbrado, ni modo mijo "ya se acabaron lo siento por ti de verdad", yo a punto de llorar me disponía a retirarme no sin antes darle las gracias, ya que comprendí que no era culpa de él, cuando daba la vuelta me dijo ¡espera! se puso a buscar en las bolsas vacías que eran como diez o doce, tan anchas y grandes que yo me quedé asombrado, eran tan grandes como el, que tenía una estatura tal vez como de dos metros de alto o más, una a una fue volteando las bolsas, hasta que de una de ellas salió un soldadito de plomo, tan pequeño como el dedo índice de mi mano, me preguntó ¿ lo quieres? le dije que sí y me dijo bueno algo es algo ya después te traigo un juguete para ti solito, no te preocupes, tomé el juguete le di las gracias y me retiré, metí el soldadito en la bolsa del pantalón y regrese al trabajo, al entrar al amasijo y ver qué iba con las manos vacías, todos se me quedaron mirando pero no dijeron nada no hubo comentario alguno, todos callaron, solo se escuchaba el golpe en el tablero y el sonar de las charolas, no sé si don Fernando o mi papá se sintieron mal por su proceder o yo lo imaginé así, ninguno de los otros panaderos habló, se sentía un ambiente tenso, como de reproche, yo me puse el mandil y continúe con lo que estaba haciendo, me sentía triste malhumorado, con el deseo de que terminara pronto la jornada, quería ir a casa a llorar mi frustración... este relato de mi vida solo lo e contado a tres o cuatro personas de las que creí que no se iban a reír de mi, es la primera vez que la publico por favor no te vayas a reír, me sentiría muy mal, falta más pero por el momento es lo que les escribo.
autor es una parte de mi vida, Catarino Diaz Trejo
derechos reservados, país México. feliz año nuevo a todos.
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