LÁGRIMAS
Si alguna vez a tu rostro lo vistió una triste luz, fue cuando por tus mejillas rodaron unas lágrimas.
Quiso tu boca alabar esos amores prisioneros que callaban en tu pecho, y porque las palabras no pudieron ser ni mensajeras ni espejo de esos sentimientos, abriste los ojos al cielo y los dejaste llorar.
Bastaría que abrieras el corazón, para llenar un mar con esas lágrimas que se visten de amor; esas lágrimas que brillan en tus ojos y que anuncian, sin voces ni palabras, lo que es amar.
Si tu alma fuera viento, cubriría la tierra con la estela del rocío de esas lágrimas que dejaste que se perdieran en el cielo; lágrimas que huyeron buscando la soledad porque no encontrabas quién las secara.
No podemos evitar, al escuchar la palabra “llorar”, que un triste sentimiento nos invada, pero si abrimos las puertas de esa gimiente alma o de ese corazón, encontraríamos los más puros sentimientos que dan vida al ser humano: el amor y el dolor.
Si lloras es que amas, por dolor o de emoción, pero siempre serán tus lágrimas un nido de diálogo entre tú, lo amado y Dios.
A ti, hombre o mujer, gracias por llorar, gracias por abrir tu alma, por dar a conocer tus lágrimas.
¿Las lágrimas?
Son esas pequeñas luminarias que anuncian, en medio de la noche, que hay vida y nos recuerdan que tenemos corazón y alma.
Abel de Miguel Sáenz
Madrid, España
Si alguna vez a tu rostro lo vistió una triste luz, fue cuando por tus mejillas rodaron unas lágrimas.
Quiso tu boca alabar esos amores prisioneros que callaban en tu pecho, y porque las palabras no pudieron ser ni mensajeras ni espejo de esos sentimientos, abriste los ojos al cielo y los dejaste llorar.
Bastaría que abrieras el corazón, para llenar un mar con esas lágrimas que se visten de amor; esas lágrimas que brillan en tus ojos y que anuncian, sin voces ni palabras, lo que es amar.
Si tu alma fuera viento, cubriría la tierra con la estela del rocío de esas lágrimas que dejaste que se perdieran en el cielo; lágrimas que huyeron buscando la soledad porque no encontrabas quién las secara.
No podemos evitar, al escuchar la palabra “llorar”, que un triste sentimiento nos invada, pero si abrimos las puertas de esa gimiente alma o de ese corazón, encontraríamos los más puros sentimientos que dan vida al ser humano: el amor y el dolor.
Si lloras es que amas, por dolor o de emoción, pero siempre serán tus lágrimas un nido de diálogo entre tú, lo amado y Dios.
A ti, hombre o mujer, gracias por llorar, gracias por abrir tu alma, por dar a conocer tus lágrimas.
¿Las lágrimas?
Son esas pequeñas luminarias que anuncian, en medio de la noche, que hay vida y nos recuerdan que tenemos corazón y alma.
Abel de Miguel Sáenz
Madrid, España
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