TU CIELO
Jugando a la rayuela del escape
una tarde que iba sola te encontré;
tú venías corriendo a la escondida
y sin querer con mi cuerpo te rocé.
Así se enrojecieron mis pupilas,
mis labios y mejillas ruboricé
y vi entonces en tus pícaros ojos
saltar chispas brillantes de miel.
Casi tropiezo y al tomar tu mano,
mi piel hizo contacto contra tu piel;
mi cuerpo se despertó de un letargo
y sin pensar te acercaste y me acerqué.
Me preguntaste ¿Eres de aquí o de lejos?
Soy de por aquí cerca, te contesté.
¿Y tú de dónde eres y a quién precisas?
Quizá eres de otra tierra, te señalé.
Soy de un distante mundo, me dijiste.
Eso queda tan lejos como el ayer.
Soy de otras costumbres y de otros soles,
soy de perdidas playas que no se ven.
No sé dercirte muy bien por qué me atraes,
pero sé que a tu mar me place mecer.
Somos distintos por donde tú veas,
pero estar hoy contigo a mí me hace bien.
Se acercó un señor grande de uniforme,
era casi militar a mi entender
y antes de que yo tocara tu cielo
te dijo: De prisa que ya embarcaré.
Nos miramos muy tristes a los ojos
y tú, para no verme dejar vencer
me guiñaste tus faroles de sueños
y dijiste: Siento que te extrañaré.
Te enviaré pilas de señales de humo
y así eternamente muy cerca estaré.
Te sonreí y apreté mis deseos
y prometí que nunca te iba a perder.
No pudimos darnos siquiera un beso,
solo un roce de tu mano en mi piel.
No llegamos a besarnos los labios
pero te juro que te llegué a querer...
Diosma Patricia Davis
Copyright 2020 D.A.R.
08/07/2020
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