domingo, 22 de agosto de 2021

EL REFLEJO

 No fomento la promiscuidad, la pasión lujuriosa y demás desviaciones como verán en mis escritos, son más bien conciliadores y trato de exaltar cuando se trata del amor puro, su natural grandeza. Sin embargo, tengo enemigos gratuitos que emiten sus comentarios que no tienen asidero en la verdad, un par de “Dizque” escritoras me dijeron que escribo solo incoherencias, un “Pseudo crítico” experto en pensamientos y reflexiones, me dijo que me copio de otros autores, y hasta ahora no presenta pruebas de ello. Menos mal que tengo presencia de ánimo y estos comentarios salidos de las hieles del egoísmo, no hacen mella en mi juicio. Prueba de ello es que les voy a compartir un recuerdo de mi autoría, espero que lo den el correcto entendimiento, me dirijo por supuesto a los verdaderos poetas y escritores que tienen un buen tino para emitir una opinión basada en la verdad, lleva por titulo:

EL REFLEJO
Caminaba un día por una senda luminosa
Tarareando de amor una canción melodiosa
Y en un recodo del camino vestido de verdor
Divisé a una ninfa refulgente de primor
Tan Bella que mi ser iluminó
La pasión en ese instante, de deseo febril, mi voluntad llenó
*
Tomaba agua en un arroyo de agua cristalina
Bajo el amparo de una primaveral tarde vespertina,
Contiguo una cascada había
Que, a efectos del viento suave, semejaba a una dulce melodía
*
Y resaltando la belleza del momento
En el diáfano firmamento,
Había de coruscantes luceros, derroche
Y como se acercaba la noche
El efecto del crepúsculo, era embargador
Haciéndola más bella que un primor
*
Se diría que el éter intensificó más en sus entrañas el azul
Mientras que el arroyo, transparente como el tul
se ondulaba al ritmo de la melodía
que la cascada emitía
*
Arroyo que, al ver además en su acuoso espejo,
de la ninfa su mirada en el reflejo
Y como si estuviera inspirada, el susurro de su vientre aumentaba
Y acompañando a la melodía, un ave cantora con dilección trinaba
*
La ninfa decidió entrar al arroyo en tan sublime momento
Creyéndose sola y sin miramiento,
Risueña en el reflejo coqueteaba
Y con los dedos sus cabellos de seda engarzaba
*
El reflejo que además mostraba a la sazón, un azul éter estrellado
al sentir a la ninfa en sus entrañas, embelesado
Seductor aumentó su brilloso resplandor
*
Y yo, como un loco lleno de candor,
Me aparte por un momento de mi espíritu recatado
Y sin reparo le mostré mi corazón enamorado
A la vez que mi cuerpo de deseos ardía,
Pero, más pudo mi control, ante el respeto que se imponía
Autor: Salvador Ulises Villanueva Gadea

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