Una cocina apagada,
donde la bendita tristeza
se queda quieta,
una mañana que parece invierno
en la cama,
donde todas las vértebras de mi vida,
se han quedado terriblemente
solas,
tan solas como el último
trago de pesadumbre,
dentro de un vaso de agua..
Un balcón con plantas
que quieren vivir desnudas,
como lo hicimos nosotros
en los pasillos,
que conducen a la virginal locura
de mirarnos con una desobediencia
amada.
Una habitación desordenada
como nuestras vidas,
donde las noches
han dejado ser una lámpara
encendida,
que ilumina el principio
de tu espalda..
Una puerta que se mantiene abierta,
y por ella pasa
el principio de la soledad,
para sentarse en una silla
y esperar que crezca la tristeza.
por toda la casa..
Una Casa Vacía.
Joan Benavent Brualla.
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