El divorcio
Palabra hermosa para unos,
amarga tragedia para otros,
espina en la vida de algunos,
un amargo dolor en nosotros.
Ayer, cuando éramos novios,
todo era sonrisas y alegrías,,
más tarde, se crean agobios,
viajando en horas sombrías.
A veces la mujer y el hombre,
esconden, extrañas mentiras,
el amor se queda sin nombre,
quemado, en ardientes piras.
El divorcio genera rencores,
deja al ser como una piedra,
junto a la ira, crea temores,
que trepan, como la hiedra.
El divorcio impone barreras,
ata la razón, con la vanidad,
se derrumban casas enteras,
dejando triste boda y ciudad.
Si somos solos no importaría,
pero los hijos culpa no tienen,
de un desacierto que dejaría,
maldades, que a solas vienen.
Antes, de por siempre unirnos,
todos, debemos pensarlo bien,
no podemos de celos morirnos,
ni poner la traición en vaivén.
El divorcio nos daña la vida,
él destruye y asesina el amor,
produce una inmensa herida,
en el alma un profundo dolor.
No dejemos que el amor muera,
olvidemos el daño que hicimos,
eso puede ocurrir a cualquiera,
si con aquello, todos perdimos.
Los anillos se fueron al suelo,
una promesa a Dios se perdió,
ponemos a la necedad un velo,
la atracción en la nada quedó.
Gerardo Vásquez Almazán
Tumbaco, Quito, Ecuador
Abril 4 del 2020
(D.R.A.)
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