Tu carne le prohíbe a mis labios que te toquen, y mis labios te desean como el viento a la flor.
Que le responden mis labios a tu carne esquiva, cuando mis ojos la miran al azar.
¡Nada!
Porque mis labios callan al desdén de tus reproches, porque mis ojos son solo espejos que enfoca tu cuerpo rodeado de
la ceremonia de mariposas que revolotean a tú lado.
Y son los rayos del sol que brillan en tu pelo azabache los que atraen mis ojos, y cerraré mis ojos, y cuando llegue la noche tu carne besaré, y probaré tu sangre tu vientre, tu cuello y dejaré que mis dientes rompan tu piel, y que tu piel sangre y mis ojos brillan en la noche oscura, y la luna es una tea ardiente, que quema mis alas, y mis alas son brazos que abrazan tu carne herida.
Y cuando llegue el día sé habrá ido el fantasma de mi cuerpo, y solo quedarán mis labios que tu carne prohíbe que te toquen.
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Albaro Ballesteros.
Poeta colombiano.
D.R.A
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