Conflicto eterno
Durante toda nuestra vida dos mundos nos reclaman,
son como polos opuestos que nos seducen y llaman.
Mundos que se confunden, se oponen y complementan
y hacen a nuestra vida, girar como la ruleta.
Un mundo es de claridad, el del amor, la ternura,
el del bien, el de la luz, ¡el de las cosas más puras!
El otro es lo prohibido, es lo oscuro, lo salvaje,
lo violento, lo brutal, ¡misterio y libertinaje!
Cada uno de ellos tiene su manera de hablar,
de oler, de prometer y de exigir, sin cesar…
Pasamos todo el tiempo buscando siempre el balance
cual equilibrista sin red caminando por un cable.
Sin parar en nuestro empeño disfrutamos de la paz
de ese mundo de luz que nos brinda amor, solaz…
pero ansiamos lo demás, lo estridente, lo ruidoso
que nos ofrece ese mundo banal y pecaminoso…
Carmen Antonieta Peña Díaz
Paraguaná, República Bolivariana de Venezuela
D.R.A.
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