miércoles, 12 de agosto de 2020

"En las garras del suspenso" Antología Desierto y Oasis

 Poema

"En las garras del suspenso"
Antología Desierto y Oasis

Seguimos enganchados
en las garras del suspenso.
Somos almas encerradas
[viviendo aterradas
a causa de la peste que,
nos convirtió en cautivos
[en la mohosa cárcel
preparada para todos
por el "algor mortis!".

Tememos como humanos
[a lo desconocido.
Pensar en el juicio eterno
[nos calcina el intelecto.
Nuestro "Demiurgo" analiza
los folios de las culpas...
su veredicto incierto,
consume sentimientos.

E imaginamos
[al Árbitro del Universo
estudiando uno a uno
[nuestros terribles desaciertos.
Lo vemos con su toga negra
levantando el mazo
que sostiene con rigor,
bajo el puño de su diestra.
En este trance escuchamos
su ronca voz de trueno,
disponiéndose a leer
una de tantas sentencias:

"¡Seguirás andando errante!
-Dijo-, ¡esa es tu penitencia!
No puedo enviarte al limbo,
porque recibiste el bautismo;
en el infierno no hay cabida,
para los arrepentidos.
Podría enviarte al Purgatorio
[para que limpies tu consciencia
y cicatricen tus heridas;
pero, si hago eso,
sería otorgarte
[una gracia inmerecida;
Y, en el Paraíso
-para infortunio tuyo-
no puedo asilarte, porque,
no hay cabida
[para quienes en la vida,
no actuaron con empatía".

Se escucha un viento que ulula.
En el recinto todo es desconcierto.
La puerta del jurado se abre
y Azrael, el ángel de la muerte,
hace al Padre una señal;
pues, le ha llegado a entregar,
a inseguros andariegos,
viajeros en la barcaza
del marinero Caronte.
De reojo intimida
a quien esperando está
-perplejo y afligido-
ser juzgado por Adonai.

Mas, El Señor se apiada
y le concede el favor
[de defenderse de los cargos
-que un hijo y fiel servidor-
presentara contra Félix
[mediante urgente oración.

¡Defiéndete Félix! -le dijo-.
Es necesario que sepas
lo que mi otro vástago
me ha pedido para ti...
¡Cadena perpetua!
¡Sí!, es así como lo oyes,
¡fue su solicitud!;
pero, no te aflijas.
Para poder enjuiciarte,
he de tomar en cuenta
lo que tengas que decir.

El penitente obedece
y cabizbajo y meditabundo,
da rienda suelta al alegato,
comenzando así su defensa:

"¡Oh, Padre! -le dice-
¡Tú eres un Juez Justo!
Sabes de mis pasos.
Conoces bien mis actos
y también mi proceder.
Tristemente al nacer
nadie trae instrucciones
[que le ayuden a llevar
una vida plena y en paz.
¡Si tan sólo hubiese
podido adivinar!,
te aseguro, ¡oh, Eterno!,
no habría caído en la vileza
[de las bajas pasiones
sin antes usar la testa.

Si pequé ¡oh, Señor!
pido tu ayuda una vez más.
Soy una oveja distraída
que se perdió en el camino
y se enredó en el andurrial.
¡Dame otra oportunidad!
¡Oh, Dios mío!, ¡yo te pido!
¡Elohim, no me abandones!
¡Atiende mi pedido!".

Azrael, seguía atento.
Custodiaba en las afueras
de la Corte Célica,
a quienes esperaban
[por justicia verdadera.
El acusado seguía de pie
delante de Abba,
con el cacumen agachado...
su tupido cabello,
le caía en la cara
-cual cascada de ónix
escondiendo su mirada-.

Se escuchaban
cantos celestiales
emergiendo -gozosos-
de las hondas gargantas
[de Querubines tenores.
El sosiego del Espíritu Divino,
se percibía en el aire perfumado,
con los aromas de los lirios.

Todo hasta aquí era un éxtasis
hasta que, uno de los alados,
bota su espada flamígera.
Se siente que ésta baja
en giros enloquecidos,
como lenguas quiméricas
de un volcán enfurecido.
Y, suelta chispas por doquier...
y uno de esos chispazos,
cayó en la cabellera "betúnica"
del acusado aquel,
haciéndole arder de inmediato.

Todos los arcángeles
que asistían a Yaweh,
se quedaron asombrados
al ver consumir rápido
[al inculpado infiel.

La sorpresa fue total
cuando le vieron surgir
como un petrel elegante
desde las llamas impetuosas
del imaginario averno.
Sus alas eran escarlata;
su cuerpo dorado;
y, su plumaje poseía,
las tonalidades del fuego.

El Altísimo concedió a Félix,
levantar de nuevo el vuelo.
Le permitió habitar La Tierra
[por 1000 años más.
Al leerle el pensamiento
el Juez del Cielo comprobó,
sería la mejor manera
[para enmendar su error.

En Egipto, él es Bennu.
En el Edén es un pájaro,
a quienes todos conocen
[con el nombre de "Ave Fénix".

Hemos aprendido a pelear.
Fuimos entrenados,
para las guerras ganar.
La fe es el escudo que nos protegerá
[de tanta malignidad.
Estaremos a buen resguardo
tras de las fibras blindadas
de la túnica real;
estaremos arropados
bajo el capuz bicolor
que usa el Líder Sempiterno,
Emperador del Mundo y
de la Humanidad.

Debemos seguir atentos.
¡No se vale claudicar!,
porque Dios es justo y bueno
y nunca nos va a fallar...
piensa en que,
si a Félix le dio el chance
[de vivir por un milenio
¿Qué no haría por nosotros
con tan sólo obedecerlo?

©Katia N. Barillas

1 comentario:

  1. ¡Gracias! Agradeciendo este reconocimiento al publicar este escrito de Katia N. Barillas en este prestigioso Blog. Saludos.

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