miércoles, 29 de diciembre de 2021

DISTANTES DE JULIO MEDIALDEA

 DISTANTES DE JULIO MEDIALDEA

Distantes
libre el pensamiento,
aterciopela la ausencia,
y tibia y melancólica,
después de derramar amor,
llegas a mí, envuelta de duda y pena, desencantada de duelos y quimeras.
Como una mantis caníbal
después de devorar a su presa.
Se confrontan burlones
la purificación de los cuerpos,
en disputa de enfrentamientos y egos.
Se cree la lágrima de agua que moja una hoja,
que es un profundo océano,
y solo es una gota de una llovizna de verano,
y el, que de tan alto, gravita por el espacio,
y es como una cometa,
agarradito a un hilo de una mano.
Y se acarician con mesura
en la hipérbole del barro que labra el alfarero,
en las esculturas sigilosas de las formas,
la presencia de la carne y el hueso.
El embeleso de los arcos y las bocas,
la adoración labial de carmesí y beso.
Perdidos, se prolongan las palabras,
que se hornean en los pechos,
arrebatos del Yin y el Yang
que intentan dibujar círculos concéntricos.
La inducción de unos ojos de bramante,
de color a ágata sostenida,
que se insuflan de una manera galante,
en el reproche de la duda,
irradia en los míos
la necesidad de mirarte.
La sensación de amarte,
de sentir el espliego de tu sangre,
la marejada de quererte,
que inunde y amaine mi alma,
y apacigua la paz de mi espíritu.
Palpar tu horizonte, en los espejos de tus pupilas,
y bañarme en tus ópalos de chocolate
buscando las sensaciones
que se filtran de los destellos de tu alma.
Con estas manos vagabundear
por los perfiles de tu piel, y minar,
los abismos de tu espíritu,
sentirte Eva, mujer, poeta.
Y balancearme en tu cadencia, en tu armonía,
en el sentido de tu forma,
magnetizarme de tu pecho,
del embrujo del amor que cultivas como ostra,
de ese tesoro que te sale del adentro,
y electriza las pasiones de este amor
que yo te tengo,
eres cauta, pasional y temerosa,
mujer de azahar que enhebra,
las pasiones que desde mi alma te tocan,
Vagabundean mis manos
por las veredas etarias de tu cuerpo
resguardando las premuras del aliento
que se espigan en lo convexo.
Bocas volcadas de brasas y fuegos,
encuentros ansiosos que atisba el tiempo
y solo en el aire en ti me tengo,
andamiajes volátiles de voz
que emanan ondas sensoriales de fantasía.
Brillan eclipses y sombras de luna
que apriscan tu aura oculta y soñadora.
Carcelera,
en tu preludio me siento prisionero,
acotando en tu cuerpo, mi alma rota.
Silvestres flotan en el espacio,
bucólicos me miran de frente,
silentes se mecen despacio,
dos iris de ocre acantilado,
que se pierden en la espesura de la niebla.
Julio Medialdea
Reservados todos los derechos de autor

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