Esta tarde, vi moverse los árboles y no había una pizca de aire.
Vi las nubes cambiar su color, y relucía un espléndido sol. Mis ojos se nublaron al mirar por la ventana y ver tanto vacío.
A veces pienso que la vida discurre lenta, y otras, pasan tan rápido las horas que se escapan los días sin vivirlos.
Los hijos vuelan, el pelo empieza a pintar canas, y las tardes se hacen largas.
Suelo buscarme en las noches, y encontrarme en las madrugadas.
Pienso en todos esos bellos momentos que he vivido, pero no me pasan por alto, tantos como he perdido.
El tren de la vida, ese tren al que nunca subí, me espera ahora en cada amanecer.
El mar me causa respeto, pero, a la vez, me acaricia los sentíos. El sol, calienta y dora mi piel, mientras un pajarillo vuela a mi alrededor. Las flores tienen más olor y más color.
Disfruto cada momento a solas. Me gusta planear sobre la marcha, no dar cuentas a nadie, y hacer de mi vida ese auténtico placer que nunca sentí.
Porque es mi vida. He decidido vivirla como quiero, cansada de imposiciones, cansada de verla siempre del color que otros quieren.
Me la pinto del color que se me antoja, y vivo cada minuto, cada hora, como si fuese el último.
¡Ahora vivo!,
¡Vivo ahora!
© Maria De Los Angeles Viangel Garcia Martin
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